Crónica 5: Marrakech laberintico

07:30 de la mañana y ya con sudor en la frente, así es como nos levantamos de la tienda, Marruecos si vas con tienda ahórrate la alarma ya que ni aunque toque 1mm de sol en la tienda ya tienes asegurada una buena sauna en su interior.

Después de tener la pura suerte de encontrar un bar donde nos dejaron dormir en su interior con las motos dentro, montamos las motos y dejamos una propina al dueño (pese a su negación)  por habernos dejado poder dormir en su local la noche anterior. 

Estamos a unos 70 kilómetros de Marrakech y coincidimos los dos por el intercomunicador, después de ver la carretera y los pueblos siguientes, menos mal que nos dejaron dormir en aquel bar porque esta carretera de noche hubiera sido el apocalipsis xD perros, vacas, camiones cisterna por el puerto de montaña (Morocco style total)

Antes de entrar ya a la medina y buscar el hotel (agregado ya desde Barcelona al GPS) paramos nos quitamos la chaqueta, guantes etc... Porque sabemos que vamos a sufrir un pelín por la calor, el bullicio, y el arranca para, arranca para de las motos..

Que decir de Marrakech, es espectacular todo: gente, calles, laberintos, comida…todo es diferente, cutre pero mola ¡!! Los días anteriores estábamos rodando por las carreteras más inhóspitas del país, con nadie en 200 km y de repente aquí hay gente por todos los sitios.

Vamos al hotel Ibis pero está lleno, nos pilla un tipo y que le siguiéramos y lógicamente nos lleva a su hotel, Hicham Hotel; 350 dírhams los dos con piscina, wifi, parking y almuerzo, perfecto.

Son las 10:30, descargamos, vamos a la piscina y a visitar la ciudad en plan turistas, sin motos y con pantalón corto jejejej

Ciudad increíble, bazar enorme y la gente lógicamente intenta engatusarte pero si eres claro y contundente no tocan las narices, el cambio de día a la noche es brutal, la plaza ahora casi desértica por los 44 grados que hay, por la noche no puedes dar ni un paso en línea recta.

Cenamos en una parada de las típicas en la plaza  Jnmma el Fnaa, con el ruido de sus trompetas y las mezquitas a toda leche sonando, ahora sí que sí estamos en el corazón de Marruecos